Natalia Becerra Mellado
January 10, 2007, por Eduardo Unda-SanzanaNunca me he considerado una mujer histriónica ni con talento innato…. pero lo que siempre he tenido claro, es que el querer es poder… y que la práctica hace al maestro… Siempre fui una alumna aplicada y tranquila. Fue en la Enseñanza Media en el Liceo Andrés Sabella, donde por fin tuve el valor de participar en las artes escénicas… Durante la Enseñanza Básica en una escuela de desarrollo artístico, tuve la oportunidad de conocer diferentes disciplinas ya que ballet, gimnasia rítmica, gimnasia deportiva, teoría y solfeo, instrumento y coro, eran obligatorias durante los ocho años, siendo en la última en la que participé como seleccionada todos los años que duró mi estadía en ese establecimiento.
Ya en primer año medio me decidí a participar en una especie de audición en el grupo de teatro del liceo, dirigido por un personaje que jamás olvidaré, el Sr. Julio Carrasco, quien, siendo profesor de Física, se dedicaba paralela y apasionadamente al teatro, junto a su esposa, “Tía Sarita” bibliotecaria.
Cuando llegué el primer día, junto con una amiga, éramos las nuevas. Yo iba tímidamente, sin ninguna experiencia previa que me alentara o que siquiera diera cuenta de si poseía o no cualidades, tan solo con ganas de incursionar en algo totalmente nuevo para mí.
Y así fue como con un diálogo que aún conservo, de un matrimonio que discutía, el cual debo reconocer que ha sido una de mis peores caracterizaciones, enfrenté mi primer desafío. Afortunadamente para mí, no podían destruir los sueños de una pequeña de 13 años, y así fue recibida, claro que a la hora del reparto de los roles en la obra “El taita de la oficina”, quedé como reemplazante de la niña que interpretaría a una trabajadora de prostíbulo salitrero llamada “Huifa”.
Perseverantemente asistí a todos los ensayos, ayudando a dar letra, reemplazando, etc, y ya próximo al estreno, tuve que asumir el papel. Estaba tan contenta, y me dediqué a caracterizar el personaje…. que salió horrendo. Era la prostituta salitrera más angelical y falta de picardía en la historia… Creo que por esta razón en segundo año sólo me dieron el papel de una mucama llamada “Ernestina” en la obra “Risas a la Chilena”, rol por el cual me gané las burlas de mis compañeros de escena, por tan sólo decir dos líneas, sin ninguna trascendencia en la historia.
Ese mismo año el Instituto Nacional de la Juventud dictó cursos. Participé en el literario dirigido por Hernán Rivera Letelier y en el de actuación, a cargo de Alberto Olguín. En este taller realizamos una creación colectiva, sobre las necesidades y problemas de la juventud.
Como todos los veranos, la Universidad Católica del Norte impartía sus cursos de verano, y me entusiasmé por el de dramaturgia. Siempre estuve más relacionada con lo escrito; ya había ganado dos concursos, uno organizado por el Servicio de Paz y Justicia de la Segunda Región, en el cual resulté ganadora del primer lugar, con el cuento “Cuidemos la Tierra”, y también ganadora del primer lugar en el concurso de ensayos organizado por la Sociedad Helénica. Es por esta razón y para encontrar un punto de unión entre dos gustos, el teatro y la literatura, que tomé este curso, dirigido por el dramaturgo Luis Soto Ramos. Era la más pequeña de las integrantes, pero con muchas ganas de aprender y así fue que al termino del curso, fue interpretado mi dialogo “Eva y Adán” para culminar las actividades de verano.
Luego de la participación en Risas a la Chilena, me sentía un poco decepcionada de mi misma, y un poco fuera de lugar… Estaba a punto de tirar la toalla, pero en tercer año por fin llego mi momento. Con más merito por responsabilidad que por talento, sería Dorita Cafferleti en “Señorita Charleston”, una adaptación del teatro cómico chileno hecha por el dramaturgo Luis Soto Ramos. Estaba tan entusiasmada, ante miradas incrédulas, que consideraban que mis actitudes no calzaban con las de la protagonista.
Ese mismo año la Corporación Andrés Sabella, que ya no existe, y que fue reemplazada en cierto modo por la actual Casa de la Cultura, dictaba talleres. Me inscribí en el de poesía y de actuación que lo dirigía don Luis Soto Ramos…. justamente quien adapto la obra de la cual yo sería protagonista. Debo hacer una mención especial a este gran dramaturgo, quien fue mi gran apoyo. Cuando nadie creía en mí, él se dedicó a trabajar conmigo. Él también había incursionado en la dirección teatral y fue uno de los grandes exponentes del teatro chileno. Desde esta experiencia puedo decir que fui capaz de descubrir que con perseverancia, ensayo, error, repetición, lectura, preparación y sobre todo mucha entrega, hasta las personas que no tienen el talento innato del que siempre se habla, pueden alcanzar sus metas si perseveran en el intento.
En cuarto año sólo realice un papel pequeño, ya que me dediqué un poco más a mis estudios (requerimiento familiar) en la obra “ A mí me lo contaron”, una comedia de enredos y malos entendidos.
Ese año daría la PAA, y mi intención era estudiar medicina, pero por razones de puntaje y de la vida, opté por estudiar kinesiología en la Universidad de Antofagasta, y aquí fue donde me integré al “Taller de Teatro Facies”. El año 2001, durante el segundo y tercer semestre, se preparó la obra de Jose Pineda, “Rescate en Scooter”. Nuevamente tuve que comenzar de reemplazante, pero en esta ocasión me dediqué más a labores de tramoya.
Fue una experiencia diferente. Conocí a muchas personas, que hasta el día de hoy forman parte de mi vida. El estreno fue en mayo del 2002, fue un éxito, y fuimos invitados al encuentro realizado por la Universidad Católica del Norte, Campus Guayacán, en Coquimbo, lugar en donde se dan cita varios grupos universitarios.
El año 2003 nos planteamos un nuevo desafío, un café concert llamado “Censo, Sexo, Round”, escrito por Luis Soto Ramos, el cual abordaba la temática de la rivalidad entre hombres y mujeres. Tuvo gran éxito. En esta ocasión, interprete a la dicharachera y popular “Cholga” que intentaba mostrar lo buena que somos para el comentario las mujeres (obviamente solo calumnias) y a la dama elegante y astuta, que logra engañar al diablo, al venderle su alma. Con este café, también viajamos a Coquimbo, resultando una experiencia inolvidable. Lamentablemente las obligaciones y el egreso de la universidad, fueron dejando al grupo sin integrantes, y por esto se dio término obligado a dicho taller.
En el verano del año 2004 ingresé al taller impartido en la Parroquia Madre de Dios a cargo de Danny Marilican, pero por motivos personales no finalicé la etapa, pero seguí siempre en contacto, llegando a ser invitada por la Compañía de Teatro la Murga, a la obra “Trilogía de la muerte” reemplazando a la empleada coludida con un ladrón en “Noche Buena”, esto fue a fines del 2005.
En el verano del 2005 estuve en Santiago, y se dio la oportunidad de participar en ENTEPOLA, que es un Encuentro Latino Americano de Teatro. Participé en el taller de actuación, con profesores argentinos, colombianos, mexicanos, uruguayos. Fue una excelente experiencia compartir con personas de otras culturas, y lo que más me llamó la atención es lo focalizado de sus temáticas en lo nacional.
En el año 2005, la Compañía de Teatro Karamanchel abrió sus puertas, ofreciendo un taller y presentando dos adaptaciones, “El Avaro” y “La Petición de Mano”. Fue luego de esta experiencia que la directora me invitó a ser parte de este grupo tan variado de personas.